viernes, 3 de junio de 2011

SAN CONO






Hace unos días pase frente al departamento en que viví mis primeros 23 años de mi vida.
Independencia 941, 18 escalones, contados y recontados miles de veces.
En los que rodo mi madre al intentar alcanzar un zapallito que se cayó del bolso de los mandados, 2 costillas rotas.
Mi primer contacto con la menstruación cuando aún era una niña que vivía en el mundo de la fantasía.
La procesión de San Cono desde las alturas era un espectáculo.
Los fotógrafos codiciaban sacar una foto genial desde la ventana de mi habitación.
Yo soñaba con sacar esa foto, pero no teníamos cámara fotográfica.
Cuando llovía durante la procesión era una belleza el colorido de los paraguas, cuadras y cuadras.
Todos los años mi padre contaba la misma historia, de cuando yo era muy chiquita, y como no podía salir por estar enferma le pedí que me trajera “un bobo amarillo”.
San Cono es una fiesta que según el día que caiga puede durar más de una semana.
Cuadras de kioscos, calesita, churros y garrapiñada.
Hace unos años se determino que el 3 de junio es feriado departamental.
Desde mi habitación, que es una caja de resonancia, escucho la música del baile que se lleva a cabo en el club frente a la casa que habito desde hace 27 años.
En unas horas escuchare el tren especial que viene desde Montevideo trayendo gente a pasar el día por la festividad.
Desde “mi ventanita”, el canal de cable que tiene una cámara enfocada a la calle Independencia, observo el movimiento de gente y vehículos, en la madrugada fría de otro San Cono.

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